21 de diciembre de 2008

¡Desastre! [02]

Los Nuevos Maestres abandonaron la casa de la bruja y descansaron en un claro del bosque. Al otro día continuaron el camino hasta llegar a las sierras, donde encontraron un sendero rodeado por grandes rocas. Por la noche acamparon en el claro del intercambio, un lugar tranquilo al borde del monte de robles. El claro tenía un par de bancos de roca que miraban la empinada ladera del cerro, el Bosque Viejo y el lago de Aguas Quietas a lo lejos.

Durante la guardia de Milo, el halfling escuchó ruidos de monstruos y despertó al resto del grupo. Un numeroso grupo de monstruos altos y verdes entró en tromba en el claro - orcos! Los horrendos seres tenían rostros porcinos y cargaban hachas de guerra y grandes palos.

Greg fue el primero en disparar y abatió al primer orco desde su elevada posición, pero la víctima fue reemplazada con rapidez. Teblin y Galton se prepararon para recibir el ataque mientras los demás atacaban con ballesta y arco, hasta que la cantidad de los montruos sobrepasó la ofensiva de los aventureros.

Varios orcos rodearon a los guerreros y el resto se abrió en abanico para enfrentar a los otros tres. Un guerrero orco quiso alcanzar a Greg cuerpo a cuerpo mientras el arquero intentaba acabarlo a flechazos. Los dos halflings se vieron venir un lanzador de hachas sobre ellos, pero gracias al trabajo en equipo lograron tirarlo por la ladera de la colina.

Gracias a los poderes radiantes de Galton, el paladín logró mantener a los enemigos más peligrosos junto a él, pero su vida corría cada vez más peligro. Drynwade comenzó a flanquear orcos con Teblin mientras Milo y Greg disparaban una enorme cantidad de flechas.

Parecía que sólo se necesitaba algo de suerte, hasta que el ogro entró en escena. Los muchachos nunca habían visto ni soñado con algo similar.

En pocos segundos, el ogro abatió al pequeño Drynwade mientras Teblin y Galton cayeron bajo el ataque incesante de los orcos. Por suerte llegaron los enanos, encabezados un clérigo de Clanggedin (según proclamó) llamado Hulin Foulbreath, del Clan Foulbreath. Los orcos fueron vencidos y los aventureros sobrevivieron.

Tras una breve introducción, Hulin comentó el estado agitado en el que se encontraba la gente de la superficie, como si se estuvieran preparando para la guerra. Luego ambos bandos descansaron hasta el amanecer, cuando tuvo lugar el intercambio anual. Kilbin, hermano de Teblin, cuidó al enano hasta el amanecer, mientras éste se recuperaba de sus heridas, y luego mantuvo una larga charla con él durante la mañana que ningún otro miembro del grupo logró escuchar.

Galton y Drynwade ofrecieron los bienes producidos en Aguas Quietas de la mejor forma posible, mientras los enanos expusieron sus utensillos de metal, así como también un par de antorchas mágicas, una espada de hierro frío, y otro conjunto de baratijas (un par de libros, un amuleto, un escudo, etc.).

Terminado el trueque, uno de los enanos atizbó una columna de fuego sobre Aguas Quietas. ¡Fuego! ¡Desastre! Los aventureros empacaron y retomaron el camino a gran velocidad. Agotados, llegaron a casa en apenas dos días.

Aguas Quietas había sido atacado y prendido fuego, sus habitantes asesinados y secuestrados. Descorazonados, los jóvenes corrieron a sus propias casas pero no hallaron a sus familiares. Cremando a las víctimas, soltaron a Mongo y bajaron las herramientas enanas al sótano de los Britlebon.

Allí abajo se llevaron una sorpresa: los Britlebon tenían una recámara secreta donde llevaban a cabo algún tipo de ritual (o no). El centro del piso estaba dominado por una losa de 12 lados, y las mesas sostenían varias velas y tres medallones con hexágonos - el mismo tipo de medallón que los jóvenes encontraron en la choza de la bruja.

¿Qué religión era esa? Ni siquiera Galton pudo responder esa pregunta, así que guardaron los medallones y siguieron el rastro de los asaltantes hacia el Bosque Negro. Milo era el único que podía seguir el rastro, mientras los demás sospechaban que viajaban en círculos. Tras el primer día de marcha forzada, Greg y Drynwade quedaron agotados.

El día siguiente caminaron a un paso más razonable. Al mediodía se encontraron con un par de mujeres muy extrañas, bellas pero exóticas. Se llamaban Fiva y Diva y tentaron a los aventureros con descanso y alojo. Mientras Greg, luego de demostrar sus excelentes habilidades arqueriles, casi salta a sus brazos, Galton intentó hablar con ellas y Drynwade se adentró en el bosque para investigar. Las mujeres no hacían otra cosa que repetir la invitación. Drynwade encontró un par de hombres con torso humano y cuerpo de caballo escondidos entre los árboles, de lo cual informó a Galton prontamente. El grupo decidió ignorar a los extraños seres y continuar su viaje. Poco después de dejarlos atrás, las mujeres y los centauros se transformaron en plantas inmóviles, mientras pedian desperadamente que el grupo se quedara.

Durante la tarde del tercer día de viaje por el monótono bosque, llegaron a un río cruzado por un puente. Un anciano de túnicas blancas vigilaba el cruce adormecido. Cuando vio al grupo de aventureros les advirtió que no podrían pasar. Sin entrar en razón, amenazó al grupo con un extraño amuleto rojo. "¡No pasarán! ¡Cuatro de seis, seis de doce! ¡Destructores!" ¿Tendría algo que ver con los amuletos de los Britlebon?

Galton intentó plantearle amablemente la situación y el secuestro de sus familias, pero el viejo anunció que nunca más los volverían a ver y continuaba con sus amenazas. Entonces Drynwade pasó al frente y lo amenazó con voz seria y firmes palabras, a lo cual el anciano reculó un poco pero mantuvo su postura.

Cansados, los aventureros hicieron caso omiso de las advertencias del viejito y avanzaron. Éste rompió el amuleto contra su frente, luego de gritar algo similar a "¡(Darchile) soy tuyo!" y comenzó a transformarse en una enorme mole de roca a la vez que otras pequeñas criaturas similares surgían a sus pies.

Las últimas palabras del anciano fueron: "¿Qué es esto? ¡Algo está mal! ¡Ayuda!" ...