11 de marzo de 2009

Butterly [03]

Los jóvenes Maestres observaron atónitos la transformación del anciano de túnicas blancas en una enorme mole de barro informe. A su alrededor surgieron grandes ramas del suelo, como si fueran hombrecillos de madera animados. Su objetivo era claro: detener a los muchachos.

El combate se centró en torno al gigante de barro mientras los pequeños sirvientes de madera atrapaban a algunos Maestres en su lugar. La mole convirtió toda la zona en un gran lodazal, pero si bien esto dificultó el movimiento de los jóvenes, no impidió que lo vencieran. Por desgracia, una vez reducido el guardián no quedaron rastros del anciano con quien hablaron.

Tras cruzar el puente de rocas blancas, Milo divisó un pequeño poblado al horizonte sobre unas colinas y hacia allí se dirigieron. Arribaron tras la puesta del sol y encontraron una empalizada de madera y un campamento afuera.

El colorido campamento era el hogar de una banda de simpáticos gitanos liderados por un Ron Baró llamado Jorska. Éste les informó que el pueblo se llamaba Butterly y albergaba humanos muy desconfiados. Galton contó que venían de Aguas Quietas (pero no dijo palabra del ataque que sufrió el pueblo) pero Jorska no reconoció tal nombre y les aseguró que no había ningún pueblo en esa dirección por varios días. A cambio de unas monedas de plata, los gitanos ofrecieron a los Maestres comida y un toldo bajo el cual pasar la noche.

A la mañana siguiente (demasiado temprano según las quejas de Drynwade) los Maestres intentaron entrar a Butterly pero los guardias de la empalizada les negaron el paso al no conseguir una coima. Ni siquiera la mención de Timorio, el Buhonero, sirvió de algo. Tras amenazar a los jóvenes con sus armas, los guardias entraron al pueblo, cerraron la puerta y se negaron a continuar hablando con ellos.

"¡Sheriff! ¡¡¡Sheeeriiiff!!!" gritó Greg durante varios minutos por encima de la empalizada. Finalmente apareció el Sheriff Kart Hiller rodeado de su comitiva, y les preguntó bastante enojado qué se proponían con tanto escándalo. Al escuchar un resumen de sus peripecias, el Sheriff no pareció sorprendido por el ataque de Aguas Quietas y les permitió entrar con la condición de mantener un perfil bajo.

Extrañados, los muchachos finalmente pusieron pie dentro de Butterly. Allí visitaron una cantina llamada "El Duque de Cyrus" donde los atendió Baldor Mosfet. Baldor les contó de la guerra liderada por el Emperador Kellenor I contra el Ejército Monstruoso, pero los tranquilizó asegurándoles que el peligro aún se encontraba muy lejos de Butterly. También les dio el nombre del Burgomaestre, Shimon Jack, y les contó la temible historia del Hombre del Hacha -- un asesino en serie que atacaba por las noches fuera de la empalizada y ya llevaba varios muertos, en particular varios leñadores.

Al igual que los gitanos, Baldor tampoco conocía el poblado de Aguas Quietas, a lo cual los aventureros comenzaron a sospechar.

Luego visitaron la herrería "La Chispa Loca," negocio de Freidon Barfoot, donde Galton encargó una reluciente armadura de placas. Freidon les recomendó mantener un perfil bajo, pero no habló demasiado.

Los jóvenes también entraron al local "Herb & Verb" donde conocieron a Ignatia, una anciana herbalista sumamente simpática. Ignatia les contó que la Armada Kellenita había pasado hacía dos semanas por Butterly. Ella tampoco conocía Aguas Quietas, ¡y eso que parecía haber vivido varios años! Al igual que Jorska, Ignatia aseguró que no había ningún pueblo en esa dirección, al menos por varios días.

Desconcertados ante la situación, una pequeña pero terrorífica idea surgió en la mente de Drynwade. El Bosque Negro parecía inusualmente monótono, casi mágico. A su parecer habían viajado tres días, pero podrían estar confundidos... ¿Tendría algo que ver la Armada Kellenita con el ataque a Aguas Quietas?

Los aventureros resolvieron conversar nuevamente con los gitanos. Descubrieron la trágica historia de Nanosh, cuñado de Jorska, quien fue maldito con branquias por una ninfa marina. El líder gitano les dijo que la cura necesitaba una planta llamada mártagon, a lo cual visitaron a Ignatia de nuevo.

La herbalista tenía mártagon pero costaba 150 monedas de oro, una suma nunca antes imaginada por los jóvenes de Aguas Quietas. Negociaron un intercambio: los jóvenes conseguirían las esporas del heleboro negro, que crecía en una oscura cueva lejana, a cambio del mártagon.

También visitaron el campamento de los leñadores, donde hablaron con su líder, Bjord, sobre el temible Hombre del Hacha. El hombre confirmó las víctimas y les advirtió que tuvieran cuidado. Lograron negociar una recompensa de 100 monedas de oro por acabar con la amenaza.

Tras el anochecer, los jóvenes se dirigieron hacia las cuevas descritas por Ignatia. Greg y Drynwade se adelantaron algunos pasos pero eso no consiguió burlar la atención de cuatro seres horrendos. Surgieron del linde del bosque y atacaron a los dos muchachos con afiladas dagas negras. Eran pequeños, de la altura de los halflings, pero poseían ojos blanquecinos, narices hinchadas y portaban capas oscuras.

El combate fue muy sangriento, pues los pequeños asaltantes se escondían entre las sombras entre sus ataques. Teblin cayó primero, luego consiguieron derribar a uno de los monstruos pero Drynwade cayó a continuación. Galton fue bendecido dos veces por la Dama del Lago para soportar mejor los incansables ataques y logró abatir otro monstruo, pero fue vencido poco tiempo después.

Dos contra dos, Greg y Milo enfrentaron con valor a los monstruos restantes. Durante los últimos segundos, Drynwade murió en un brillante halo de luz. ¿Sería otra bendición de la Dama del Lago? Cuando Greg mató al último monstruo, el mismo que había matado a Drynwade, ambos también brillaron con una potente luz.

Recuperando el aliento, Galton, Greg, Drynwade y Milo descubrieron que Teblin había muerto. Pero Drynwade se sentía muy extraño, si bien no pudo definir esa sensación. Milo le aseguró que por unos instantes había muerto, pero su compañero no tenía palabras para explicar lo ocurrido.

Regresaron a Butterly y enterraron a Teblin junto a su martillo en una colina rocosa. Fueron a descansar al "Duque de Cyrus" agotados y con los ánimos abatidos. Primero sus familias, ahora habían perdido a uno de sus compañeros...

¿Qué tragedia les depararía el día siguiente a los jóvenes Maestres?

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