19 de julio de 2009

El Hombre Hacha [04]

Mientras los jóvenes Maestres descansaban en la cantina del "Duque de Cyrus," un gran tumulto callejero llamó su atención: "¡Un sobreviviente del Hombre Hacha!" gritaba la gente de Butterly. Se referían a un enano que recién entraba al pueblo, malherido y agotado. El enano se presentó como Íñigo Rigade, un habitante de Aguas Quietas que abandonó el pueblo hacía unos 10 años.

Tras las introducciones con los Maestres (y una buena jarra de aguardiente enanil) Íñigo relató cómo seguía el rastro de Valeriana Hilia en los montes que rodean Butterly. El enano fue atacado por un extraño humanoide con un hacha, como si estuviera construido de barro.

Al día siguiente caminaron hasta las cuevas buscando el heleboro negro. Encontraron un gran pozo de agua y un túnel lateral con muchas telarañas. Luego de superar algunas dificultades para sortear el terreno, descubrieron los restos de un guerrero sumergido en el agua y combatieron una araña gigantesca. Recuperaron la espada, armadura y escudo del guerrero y tomaron las muestras de las esporas a medianoche.

Por la mañana llevaron las esporas a Ignacia, quien quedó muy conforme y les entregó a cambio una gran jarra con mártagon. Jorska, el líder de los gitanos, les agradeció a su vez las plantas y relató la información que los muchachos buscaban con tanto anhelo.

"Un escuadrón kellenita pasó por aquí once días atrás. Provenían del norte y traían consigo varias personas capturadas. Es probable que se tratara de la gente de su pueblo. Los soldados se dirigieron al oeste, hacia Shady Cove. Iban acompañados de algunos miembros de la Sociedad del Escudo, clérigos de Lethos, dios marcial de la ley y el orden. Nosotros nos alejamos de Butterly por razones obvias... No tenemos una buena relación con los kellenitas."

A pedido del emocionado Drynwade, Jorska trazó un crudo mapa en el suelo describiendo las tierras circundantes. Dibujando rápidamente en sus papeles, Drynwade hizo una copia del mapa y tomó nota de todos los nombres mencionados. ¡El mundo era gigantesco! ¡Y Aguas Quietas ni siquiera figuraba en el mapa!

Sonja, la hermosa mujer de Jorska, leyó el pasado, presente y futuro de Galton en un pintoresco ritual con velas, inciensos y cartas. El paladín de la Dama del Lago fue acompañado por Íñigo y Drynwade. La gitana lanzó ocho cartas: tres para el pasado, dos que describían el presente, y tres más para el futuro.

El pasado de Galton era una mezcla de Abismo y Luz acompañados del Ouroboros. Las cartas de la Comunidad y los Gemelos Enfrentados ilustraban el presente del paladín. Finalmente, su futuro venía dado por una gran Batalla, la imagen del Protector y una Secta Secreta. Íñigo y Galton salieron de la tienda un tanto preocupados por no entender el mensaje. Drynwade, por otro lado, salió maravillado por el espectáculo.

Por la tarde, el enano los llevó hacia el barranco donde vio a Valeriana por última vez. Allí estaba la joven, sollozando sobre un tronco. Al acercarse los jóvenes en son de paz, la muchacha exclamó: "Siento su dolor... ¡El llanto de los árboles! ¡El sufrimiento de la gente! ¡Asesinos! ¡Ustedes mataron a mi maestro!... ¡¡¡Asesinos!!!" Valeriana gritó la última acusación mirando únicamente a Drynwade, a lo cual el pequeño se vio muy sorprendido.

Al instante surgió del barro un hombre alto portando una gran hacha. Galton cargó hacia el asesino pero éste se deshizo en la tierra para aparecer a su lado y dar el primer golpe. Íñigo lanzó una lluvia de luz sobre el enemigo mientras los demás lo rodeaban. El enano lo reconoció como un espíritu turbado, un muerto viviente. Rodeado, el Hombre Hacha los maldijo con sus pecados pasados y abatió una y otra vez sobre Galton, quien cayó inconciente al piso. Concentrando sus ataques, los jóvenes derrotaron a la espantosa criatura pero Valeriana había huido hacia los montes.

Cortaron la cabeza del Hombre Hacha, encontraron un broche atrapado en su mano izquierda y un nombre tallado en el arma: Ilven. Los jóvenes llevaron los tres objetos a Butterly y se reunieron con el Sheriff, el leñador Rufios y su mujer, Sara. Una larga y tensa interrogación reveló que Rufios había matado a su hermano, Ilven, porque creía que su mujer se acostaba con él.

Finalmente Rufios fue capturado y el Sheriff agradeció entre dientes a los Maestres de Aguas Quietas. El sindicato de leñadores, también agradecido, recompensó a los muchachos con 100 monedas de oro.

Pidiendo discreción, el Sheriff confirmó la historia de los gitanos: fueron los kellenitas quienes atacaron Aguas Quietas y llevaron cautiva a su gente para las guerras. El escuadrón viajaría hacia Shady Cove y seguirían por la costa hacia el sur, a la capital de Cyrus.

Apenas habían pasado 12 días desde el comienzo de su aventura. Los jóvenes Maestres estaban descubriendo un mundo nuevo: lugares, personas y monstruos. Se disponían a viajar hacia Shady Cove a la mañana siguiente, y quizás buscar pasaje en barco hacia Cyrus. ¿Podrían salvar a sus familias a tiempo? ¿Y qué sería de Valeriana a partir de ahora?

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